
Cuando dije que no me gustaba Google Chrome, hace unos meses atrás, lo hice porque no tenía razones para considerar un cambio de explorador web; me encontraba absolutamente satisfecho con Firefox y me apresuré al opinar sobre el entonces recién salido del horno browser de Google.
Todo iba bien entre Firefox y yo hasta que noté que éste se tardaba demasiado en iniciar. Además de eso, innumerables veces se colgó durante varios segundos mientras cargaba videos de YouTube.
En mi búsqueda de alternativas, Opera fue uno de los candidatos. Sin embargo, lo descarté al darme cuenta de que no me permitía mover la Personal Bar, una utilidad indispensable para mi a la hora de ubicar los links que uso frecuentemente. Por mucho tiempo utilicé Opera pero la interfaz ha cambiado tanto, que aunque se pudiese mover la barra personal, no me convencería del todo, entre otras cosas, por el reducido espacio de navegación que dejan las barras de herramientas. Repito, no puedo vivir sin la barra de bookmarks.
El único browser que me faltaba por probar era Google Chrome, a quien ahora considero mi nuevo mejor amigo. Chrome inicia mucho más rápido que Firefox y su barra de bookmarks es parte de una interfaz minimalista que te hace olvidar que estás usando un explorador. En cuanto a la memoria, percibo que Chrome hace menor uso de ésta, lo que se traduce en una navegación más rápida que la de Firefox.